Quisieras estar abajo,
lo sé,
y besándome.
No sé dónde me fui a colocar
que me quedé,
allí sola,
mirando.
Qué te puedo decir,
amor,
que me contagias:
de este huir,
de este nada.
Y tú,
mi amor,
oliendo a entraña,
como si no fuese contigo,
como quien solo huele;
Sorbitos de aroma,
como lo que trajo el aire ayer por la tarde.
No digas nada, huele, siente, prueba tus alas. Un saludo y espero que puedas visitarme.
ResponderEliminarMe gusta y me gusta tu espacio. Un saludo
ResponderEliminar¡Qué bello! Me inspiró inhalar profuuundo...
ResponderEliminarSaludos.
hay contagios tan gratos. muy bello, ana.
ResponderEliminares como querer bailar con tu sombra en pleno aguacero. Es como sentarte a esperar que los pájaros emigren hacia otras copas. Es como esperar a nadie en los aereopuertos. Es como querer y no ser nada.
ResponderEliminarSorbos de aroma dejan tus escritos....recibe un abrazo aromático.
ResponderEliminarTe colocaste donde sopla el viento para atrapar el aroma que todo amor deja al pasar.
ResponderEliminarQue ingrato que no escuche tus palabras.
ResponderEliminarEl poema bajado es el fiel reflejo de los pueblos de mis padres, cuando yo era pequeño.
Y me reflejo...
Bs.
melancolía
ResponderEliminarBello, Ana, muy bello.
ResponderEliminarNunca dejes de escribir.
Besos trasatlánticos.