No me importaría ser dolor,
quizá sería más chulo ser tirita
pero sé que de algo puedes estar crónico.
Y eso duele.
No me importaría ser dolor;
el de tu muela del juicio
(si yo las tengo o te han salido o están en ello),
uno de tus esguinces de tobillo
para que me toques con la escayola
¡aunque sea firmarte en ella!
no haberlo hecho parece que duele un poco.
De esa costilla que te rompiste
ser el cacho que falta o por un rato,
la radiografía.
Todo lo que acaba en –ía les debe doler a los ingleses.
Sí, no me importaría ser dolor,
mi propio dolor de haber quedado contigo
y no presentarme sin querer
¿a ti te dolió algo? quizá sí, me lo reprochaste
y en aquel momento me dio la risa
porque ser tirita también tiene su gracia.
Ser el dolor de bar y que me sorbieras,
el dolor a veces viene cual cubito de hielo.
Poder ser mordisco en tu mentón
y escuchar de nuevo tu queja.
Todavía no sé muy bien lo que soy
pero el caso es que sí se que tú me dueles.
No sé si puedo solicitar una beca
y pasarme una semana en el cursillo de tu constipado,
quiero ver cómo estornudas.
Ser tu vicio,
tu suspiro,
aunque sea volver a pasar una uña de nuevo por tu espalda,
hay a quien eso como que le duele.
Ser para ti por un rato combustible,
los cinco litros que nos pediste esa noche,
la gasolina que te faltó para no afrontarme,
ese,
tu dolor crónico.
Bah, aunque sea no me importaría ser un mosquito
y que alguna vez te pique o algo.